Por Dr. Daniel Cassola
Los muertos que vos matáis gozan de buena salud dice el refrán popular. Cada tanto la tuberculosis, esa enfermedad que muchos creen erradicada, reaparece en las noticias. Esta vez por un puñado de casos en un colegio de Berazategui, que según las autoridades, no es suficiente para ser considerado un brote.
Pero la tuberculosis, lejos de morir, siempre está. El flujo de casos se mantiene a través de los años, y las condiciones de hacinamiento favorecen su contagio. La tuberculosis es una enfermedad causada por una bacteria que afecta principalmente a los pulmones, pero también a otras partes del cuerpo como los riñones, los huesos de la columna vertebral, el sistema nervioso central y prácticamente cualquier otra parte del cuerpo.
La infección se transmite de persona a persona a través del aire. Se produce cuando un enfermo de tuberculosis tose, estornuda, escupe, y habla. Al realizar estas acciones se expulsan pequeñas gotitas con los bacilos tuberculosos al aire, por lo que quienes se encuentren cerca puede infectarse.
Las personas que se enferman de tuberculosis tienen síntomas como tos, fiebre, sudores nocturnos y pérdida de peso. No pocas veces estos síntomas son persistentes pero tolerables y los enfermos pueden pasar mucho tiempo antes de procurar ayuda médica y mientras tanto seguir esparciendo los bacilos y con ellos la enfermedad.
Hay personas que son más susceptibles a infectarse y otras que al tener contacto con el bacilo logran salir indemnes. Las más predispuestas son aquellas personas cuyo sistema inmunológico está deteriorado (personas con HIV, desnutridos, fumadores, diabéticos) y también aquellos que trabajan o viven en lugares donde exista hacinamiento (viviendas precarias, cárceles, fábricas con espacio deficiente), todas condiciones que se agravan al empeorar las condiciones socioeconómicas.
La tuberculosis tiene cura, sobre todo si su detección es temprana y el tratamiento es adecuado. Es fundamental la aplicación de la vacuna BCG al nacer, como única dosis en la vida, para evitar la aparición de formas graves como meningitis por tuberculosis. No previene la enfermedad, sino solo las formas graves en los pacientes más vulnerables como los niños y recién nacidos.
Todo paciente tratado correctamente no contagia. Por ello es muy importante la consulta temprana y el diagnóstico precoz por el servicio de salud, así como el cumplimiento total del tratamiento, que dura como mínimo 6 meses.
La tuberculosis no está erradicada ya que continúa siendo un problema de salud pública para la Argentina, con una notificación anual que supera los 10.000 casos y cerca de 700 muertes por esta enfermedad.