Por Dr. Daniel Cassola

El próximo domingo 4 de septiembre se celebra en todo el mundo el Día Mundial de la Salud Sexual, lo que nos sirve para hablar, con algunos días de anticipación, sobre la sexualidad en la tercera edad, aquello que muchos ven como un tabú.

No hay un sexólogo o una sola asociación científica que sostenga que las relaciones sexuales perimen en un determinado momento de la vida. Dicho de otra manera, no hay ningún límite en cuanto al tiempo vivido para mantener una relación sexual. Lo que hay, naturalmente, son cambios.

Es más, las relaciones sexuales en la vida de una persona pueden terminar por alguna incapacidad física, por decisión propia, por convicciones religiosas o ideológicas, pero nunca deberían terminar por prejuicios sociales o razones exteriores al individuo.

Desde el punto de vista de la Organización Mundial de la Salud, la salud sexual es un derecho, y, por ejemplo, la disfunción eréctil (posible causa de cesación sexual) es considerada una enfermedad grave que deber ser tratada. La imposibilidad de mantener relaciones sexuales puede llevar a patologías graves como la depresión, que provocan un severo deterioro en la persona.

Naturalmente el sexo no siempre va a ser como a los 20 años. La menopausia en las mujeres provoca una pérdida en la lubricación genital mientras que la andropausia en los hombres disminuye la respuesta orgásmica. Según los especialistas en sexología, en la tercera edad los encuentros sexuales se deben centrar más en los estímulos de las zonas erógenas del cuerpo. Más en las caricias, y menos en la genitalidad, para decirlo de otra manera.

Los sexólogos incluso proponen que los geriátricos cuenten con un “cuartito azul”, disponible para que las parejas que se formen puedan tener sus encuentros íntimos. Y se puede apelar a vestimenta más creativa, a dejarse llevar por la imaginación para que los encuentros mantengan interés y no se caiga en el aburrimiento.

La sexualidad, en definitiva, hace a la calidad de vida. Quienes llevaron una vida sexual activa, se cuidaron y mantienen su cuerpo en condiciones saludables, no van a tener inconvenientes en continuar con el desarrollo de su vida sexual. Quienes no se cuidaron y deben medicarse por distintas patologías es probable que lo tengan más difícil.

Si bien el sexo nunca es obligación sí es un derecho, y así como en el resto de la vida, en la tercera edad es sinónimo de salud.