Es clave prestar atención a las alertas para prevenir o tratar los ACV

ACV

Por Dr. Daniel Cassola

Hay muchas patologías que son tildadas de silenciosas por la ausencia de síntomas con la que, en una primera fase, se desarrollan. Tal es el caso, por ejemplo, de la diabetes o la hipertensión. Allí los controles periódicos son claves para una detección temprana.

Pero cuando hablamos de ACV o accidente cerebro vascular, el diagnóstico preventivo por un estudio clínico es mucho más difícil. Somos nosotros los que tenemos que estar atentos ante las alertas que el cuerpo emite antes de sufrir un ACV.

Primero recordemos qué es un ACV. El accidente cerebro vascular o infarto cerebral se caracteriza por un déficit neurológico. Puede ser ocasionado por una disminución brusca del flujo sanguíneo cerebral, lo que también se conoce como ictus isquémico, o por el derrame sanguíneo que se produce por la rotura de un vaso, lo que se puede nombrar ictus hemorrágico.

Las enfermedades cerebrovasculares constituyen, en la actualidad, uno de los problemas de salud pública más importante. Son la tercera causa de muerte en el mundo occidental, la primera causa de invalidez permanente entre las personas adultas y una de las principales causas de déficit neurológico en el anciano.

Pero, como les decíamos, podemos intentar prevenirlos. Para ello debemos estar atentos a los síntomas. Pueden ser pródromos de un ACV:

  • Una cefalea intensa que se presenta de manera súbita.
  • Debilidad o adormecimiento de la cara, brazo o pierna, usualmente de un lado del cuerpo.
  • Dificultad para hablar, comprender o tragar.
  • Dificultad para ver con uno o ambos ojos.
  • Visión doble, pérdida del equilibrio o coordinación y vértigo.

Si notamos que alguien es sospechoso de estar sufriendo un ACV debemos actuar rápidamente:

  • Primero debemos acudir al hospital o llamar al servicios de emergencias público (en la Ciudad de Buenos Aires es el SAME marcando el 107) o privado, según corresponda.
  • Debemos aclarar que la persona puede estar sufriendo un ACV, lo que constituye una emergencia neurológica con riesgo de vida o secuelas graves.
  • Si estamos junto a la persona debemos acostarlo con varias almohadas evitando que se caiga. Debe estar de costado para que ni la saliva ni un eventual vómito bloqueen las vías respiratorias y no debemos proporcionarle ningún tipo de medicamento, líquido o alimento.

Por último, les comentamos que existen los factores de riesgo. Hay algunos no modificables, como por ejemplo la edad. Hay muchas más posibilidades de sufrir un ACV después de los 55 años. Otros sí son modificables, y tienen que ver con cuestiones sobre las que les advertimos a menudo como el tabaquismo, el sedentarismo y la obesidad. De todas maneras, el factor de riesgo más común es la hipertensión, presente en el 80 por ciento de los casos de ACV.

Tanto con prevención de los factores de riesgo modificables como con atención si aparecen los síntomas podemos enfrentar una patología muy severa como es un ACV.

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