Desde hace diez días aumentaron los casos en el Área Metropolitana de Buenos Aires, sobre todo bajo el impulso de la propagación de la enfermedad en villas y barrios vulnerables. Cruces entre intendentes, ministros y el gobierno porteño por la apertura de comercios.
Por Dr. Daniel Cassola
La pandemia de coronavirus deja al descubierto la carencia estructural de un sistema de transporte público moderno y seguro, por un lado, y la desorganización que reina en el mundo del trabajo, en el que millones de personas deben viajar largas horas para encontrar el sustento. Para los fines del presente todo esto ya está dado y, por ahora, no se va a poder cambiar. Pero quizás haya que hacer adaptaciones.
Todos los especialistas señalan al transporte público como una de las principales fuentes de contagio. Lo que mantiene a la cuarentena de manera rígida es, justamente, la imposibilidad de viajar. El infectólogo Pedro Cahn, titular de la Fundación Huésped y uno de los principales asesores del gobierno nacional durante la pandemia, sostuvo ayer que «si alguien vive en la provincia no tiene que venir a trabajar a la Ciudad de Buenos Aires, donde deben hacerlo quienes viven en ella».
Hace ya una semana el gobierno porteño puso en marcha un plan para reabrir gran cantidad de comercios que desde hace más de dos meses permanecían cerrados. Con protocolos estrictos para circular y para recibir un número acotado de clientes, como en los supermercados, distintos locales pudieron levantar sus persianas. También se habilitaron las ferias de venta de productos esenciales en distintos puntos de la ciudad. En paralelo, los casos positivos comenzaron a subir.
Según explicó Cahn el aumento en los casos no tiene que ver con la reapertura comercial, cuyo efecto en todo caso se podrá medir cuando hayan pasado entre 10 y 14 días o más, sino con el brote de coronavirus que se registra en distintas villas y barrios vulnerables de la ciudad. Sin embargo, un grupo de intendentes del conurbano perdió la paciencia y apuntó contra el gobierno porteño. Mayra Mendoza, de Quilmes, Juan Mussi, de Berazategui, Andrés Watson, de Florencio Varela y Gustavo Menéndez, de Merlo, manifestaron que la apertura de comercios en la ciudad pone en riesgo al conurbano porque miles de trabajadores se ven obligados a peregrinar para que esos negocios puedan funcionar. Siempre ha habido una tensión histórica entre la ciudad y el conurbano. Ahora los representantes bonaerenses se quejan que los porteños no pueden producir sin la fuerza de trabajo del conurbano. Antes los gobernantes porteños han señalado que gran parte de los pacientes que se atienden en los hospitales de la ciudad son bonaerenses.
En concreto, lo mejor sería que reine la calma y la inteligencia. La apertura de comercios porteños no ha sido desmesurada ni ha ocasionado desbordes de público. Para sostener que genera un aumento de casos hay que esperar. Por otro lado, los acuerdos se pueden lograr, como viene sucediendo hasta ahora entre los gobiernos nacional, provincial y porteño. En otro sector del conurbano los intendentes de Hurlingham, Ituzaingó, San Martín, San Miguel y Tres de Febrero, que son de distintos partidos políticos, coordinaron un plan para reabrir negocios y actividades que elevaron al gobernador Axel Kicillof. Ese parece ser un camino más razonable.
La pandemia requiere de un mayor esfuerzo de creatividad, paciencia y acuerdo. Se trata de problemas que nunca habíamos tenido que enfrentar.