Cáncer: en el país, la mortalidad baja entre 1 y 2% anual

FUENTE: La Nación

Por las inabarcables estrategias de supervivencia que ensayan los tumores, para el oncólogo y escritor Siddharta Mukherjee, el cáncer es El emperador de todos los males (Taurus, 2010). Los investigadores lo reconocen como un desafío formidable. Pero si las estimaciones son correctas, una conjunción de factores entre los que se cuentan cambios en los estilos de vida, prevención, diagnóstico precoz y nuevas terapias puede estar ofreciendo buenas noticias.

Según datos del Instituto Nacional del Cáncer (INC), desde 2000 la mortalidad está descendiendo en el país entre 1 y 2% anual. «La mortalidad en cáncer baja, tanto en hombres como en mujeres -dice la doctora Graciela Abriata, coordinadora del Sistema de Vigilancia Epidemiológica y Reporte del Cáncer, e investigadora principal del nodo de América latina de la Agencia Internacional de Investigación en Cáncer (IARC, según sus siglas en inglés)-. Creo que en esto confluyen desde las políticas sanitarias hasta los avances científicos, tecnológicos, de tratamiento… Que se haya creado el INC y que se haya incorporado el cáncer en la agenda política de los ministros es muy importante. Pero hay que analizar las variables por tumor, por género, por región…»

Abriata, formada en Rosario, se dedica a la salud pública desde hace más de dos décadas. Desde su lugar en el INC, es la persona que tiene en su cabeza el mapa del cáncer, no sólo en la Argentina, sino también en la región. Junto con su equipo, coordina los registros que pueden ayudar a mejorar la distribución y el uso de los recursos. También permitirán alcanzar una mayor equidad en prevención y tratamiento.

«Hay dos tipos de registros -explica-. Uno es el de base hospitalaria (RITA), centralizado en el INC, que funciona sobre una plataforma web en la que cada hospital accede a sus propios datos. Excepto Formosa, donde estamos tratando de implementarlo, nuestra idea es tener por lo menos uno o dos hospitales de referencia por provincia para poder hacer un diagnóstico de la red de atención del paciente oncológico.»

Por otro lado, están los registros de base poblacional. Miden la incidencia de un tumor y para esto deben poder captar todos los cánceres que se diagnostican en una determinada área geográfica. Según las últimas estimaciones, la Argentina presenta una tasa de incidencia de media a alta (cantidad de nuevos casos por 100.000 habitantes: 230 en varones y 212 en mujeres), y se encuentra en el séptimo lugar en América.

El cáncer viene constituyendo desde hace años la segunda causa de muerte o el 18,8% de las defunciones en el país. El de mama está al tope del ranking, con más de 19.000 casos anuales, lo que representa el 17% de todos los tumores malignos y casi un tercio de los cánceres femeninos. En segundo lugar, se ubica el cáncer colorrectal, con 13.558 casos nuevos por año, o el 12% de todos los tumores. En los varones, el de mayor incidencia es el cáncer de próstata, con más de 11.000 casos anuales, o el 20% de todos los tumores malignos en hombres y el 10% del total de los cánceres.

Un panorama de contrastes

En este mapa sanitario llama la atención la diferencia en las tasas de mortalidad que presentan las diferentes jurisdicciones. En 2015, por ejemplo, la provincia con mayor tasa de mortalidad fue La Pampa (149,8 por cada 100.000 habitantes en varones), y Chaco registró la mayor mortalidad en las mujeres (100,4 por cada 100.000). Catamarca, por su parte, presentó la menor tasa en ambos sexos (65,4 p/100.000 en varones y 46,1 p/100.000 en mujeres).

Otro dato singular es el de la mortalidad por cáncer de pulmón, que viene disminuyendo en los varones en forma sostenida y estadísticamente significativa desde 2000 en un porcentaje estimado del 1,7%. En las mujeres, por el contrario, está aumentando un 2,5% anual.

Dice Abriata: «Las mujeres antes fumaban menos y ahora tienen hábitos muy similares al hombre, de trabajo, estrés, han cambiado los hábitos y eso se ve reflejado en el cáncer de pulmón. Si todo continúa igual, dentro de diez años el cáncer de pulmón en las mujeres habrá crecido un 25%. Mientras que en los hombres, si esta tendencia continúa, habrá disminuido alrededor de un 20 por ciento».

El cáncer colorrectal muestra otras particularidades: aumenta a un ritmo del 0,4% anual en los hombres. En las mujeres, si bien disminuyó a un ritmo del 0,2% anual en la mayor parte del período 2000-2015, revirtió su tendencia a partir de 2012 con un incremento de 2,3% anual.

Otro contraste notable se registra en el cáncer cervicouterino. En 2015, la mortalidad promedio por este tumor correspondió a 7,2 defunciones cada 100.000 mujeres. Misiones, sin embargo, registró una tasa ajustada de 16,2/100.000 y Tierra del Fuego, de 3,9/100.000.

«La incidencia del cáncer cervicouterino es mayor en zonas más pobres donde hay un inicio de las relaciones sexuales a temprana edad -explica Abriata-. A pesar de que el programa ha trabajado muy bien, en el Norte todavía hay provincias donde llegan mujeres jóvenes de 25 o 30 años con un estadio tres o cuatro de cáncer cervicouterino.»

Las del Norte del país son precisamente aquellas donde hay mayor número de madres de más de siete hijos. «Una mamá que tiene siete chiquitos y por ahí tiene alguna molestia, ir a sacar turno a un hospital a las cinco de la mañana puede postergarse días, semanas o meses -baraja la especialista-. Tal vez esas cosas están influyendo… Es comprensible y por eso se implementó allí el ensayo para detección del virus del papiloma humano (vinculado con este tumor) por autotoma (ver aparte).»

El doctor Reinaldo Chacón, director médico del Instituto Alexander Fleming y de la carrera de médico especialista en oncología clínica en la Facultad de Medicina de la UBA, se muestra sorprendido por los descensos en la mortalidad promedio del cáncer: «Me parece muy llamativo -comenta-. En algunos tumores ha disminuido y en otros ha aumentado. Sí es cierto que los pacientes viven más. Podría atribuirse a que los diagnósticos son más precoces, hay más prevención y nuevas terapéuticas aumentaron la curación en algunos tumores».

Florencia Perazzo, oncóloga clínica de Cemic, por su parte, opina que el descenso en la mortalidad está vinculado sobre todo con la prevención y el diagnóstico precoz. «Uno por ciento anual me parece una cifra muy posible», afirma.

En todo caso, todos coinciden en que es fundamental tener información local y sistemática para tomar decisiones, optimizar recursos y garantizar mayor eficiencia. «El país es muy diverso», asegura Abriata.

Prevención de tumores cervicouterinos

Un ensayo hecho entre 2012 y 2014 en Jujuy para diseñar y evaluar un programa de prevención de cáncer cervicouterino (basado en un tamizaje hecho no con Papanicolaou, sino con test de VPH mediante la autotoma) promete ofrecer una metodología más amigable para la prevención de este tumor. Se trata de una tecnología más potente y que además pueden implementar las mujeres en su propia casa.

Durante el período de prueba en la provincia norteña, se tamizaron más de 50.000 mujeres. «El resultado fue excelente -afirma la doctora Silvina Arrossi, coordinadora científica del Programa Nacional de Prevención de Cáncer Cervicouterino del INC, en el último boletín de la entidad-. Mediante su incorporación pudimos duplicar la detección de la enfermedad precancerosa y el cáncer de cuello de útero.»

Estos resultados respaldaron la aplicación de este test a otras cuatro provincias: Catamarca, Tucumán, Neuquén y Misiones. Según explica Arrossi, uno de los principales beneficios es que a las mujeres que tienen un resultado negativo les da la tranquilidad de que sólo tienen que volver a hacerse la prueba en cinco años.

Entre los próximos pasos del INC está implementarlo en los municipios de La Matanza, Florencio Varela e Ituzaingó a partir del establecimiento de tres laboratorios regionales en conjunto con el Programa de Prevención de Cáncer Genitomamario de la provincia (Progema). Al ser una de las áreas más pobladas del país, esa zona presenta una carga importante de enfermedad.

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