Brittany: su suicidio reavivó el debate sobre un tema tabú

Muerte y polémica.La joven, que sufría un cáncer terminal, cumplió su promesa. Para algunos especialistas en bioética hay que respetar su decisión. Otros creen que no se puede decidir sobre la muerte.

Elegir una vida digna. Elegir no sufrir. Elegir cómo morir. Eso es lo que finalmente decidió Brittany Maynard, la joven estadounidense de 29 años que padecía un cáncer terminal. Cumplió su promesa y se suicidó. Su polémica decisión reavivó como nunca el debate sobre los procedimientos que buscan evitar el sufrimiento cuando un mal incurable se apodera del cuerpo. Ella había explicado en las redes sociales que elegía el suicidio asistido para anticiparse al deterioro y al dolor, una postura que conmovió a millones de personas en todo el mundo, generó un aluvión de pedidos para que no se mate y disparó múltiples interrogantes. ¿Cada uno puede decidir sobre su muerte? ¿Por qué dejar sufrir a alguien que se quiere? ¿Socialmente las críticas hubiesen sido menores si a la chica le calzaba la etiqueta de patológica y decidía poner fin a su vida tirándose de un décimo piso?

Hasta último momento no se sabía si Brittany iba a morir el 1° de noviembre, como había anunciado. El jueves pasado difundió un video en el que deslizaba que el 2 de noviembre podía estar viva y decía que «no era el momento». Pero finalmente el sábado tomó las dos pastillas y murió rodeada de sus seres queridos en su casa de Portland, estado de Oregón, donde ese tipo de suicidio asistido es legal. La información fue confirmada el domingo a la noche por el vocero de la asociación Compassion & Choices (Compasión y elecciones), que lucha por el derecho a la eutanasia y acompañó a Brittany en todo este proceso. Se despidió en un mensaje que tuvo gran repercusión: «Hoy es el día que elegí para morir con dignidad».

«Brittany no quería morirse. Lo que Brittany no quería era sufrir. Quiso tener vida digna y no quería el deterioro», opina Dinah Magnante, abogada especialista en Etica Biomédica que asesoró a Selva Herbón, la mamá que pidió una muerte digna para su hija de Camila, en estado vegetativo irreversible desde su nacimiento. «Ella tenía una vida hermosa, aparentemente. Estaba recién casada, en lo mejor, y de pronto aparece el cáncer terminal. Ella eligió y hay que respetar su decisión. ¿Qué haríamos nosotros si ella hubiera saltado de un décimo piso o disparado un tiro en la sien? ¿Diríamos que esa chica estaba enferma, que lo de ella es patológico? Alejémonos del fundamentalismo y pensemos, cuestionemos, sin cerrarnos en una sola idea. ¿Qué es mejor?», propone Magnante.

«Este tipo de decisiones son un rasgo de vida, una decisión de salud. En el campo, a los animales en esta condición se los ‘despena’, le quitan la pena, lo sacrifican. Me impresionó siempre que el dueño de un animal, si se lesiona de modo incurable, tiene como obligación -casi una cuestión de honor- terminar con la vida del animal al que quiere mucho. ¿Por qué los humanos tenemos que estar condenados a seguir penando cuando padecemos males incurables? ¿Por qué dejar sufrir a quien yo quiero? ¿Sólo por tenerlo vivo?», analiza la psicoanalista y psiquiatra Lía Ricón, que trabaja con familiares de pacientes terminales.

Desde el Instituto de Bioética de la UCA, su director, Rubén Revello, cree en cambio que el video del jueves -en el que Brittany dio a entender que quizás no se iba a suicidar- «revela la inestabilidad emocional» en la que estaba. «Haber hecho público su plan -explica- fue como un pedido de auxilio. La gente le pidió que no lo haga y ella pensó que quizás no era el momento, cambió de opinión. Y después volvió a caer abruptamente en la idea de matarse. Pasó de la euforia a la depresión. Esto confirma que apostar a una cosa así en ese estado emocional es poco lógico. La medicina no da apoyo a procedimientos eutanásicos porque el paciente pasa por momentos como éste, se arrepiente. En estos estados, los pacientes necesitan contención».

Revello cree que este caso tiene que hacernos reflexionar sobre qué principio social sentamos como sociedad. «¿Cada uno puede decidir sobre su muerte? Si mañana alguien que se queda sin trabajo, ¿ puede decir que su vida se queda sin sentido?», se interroga. Y asegura: «La decisión de morir la toma el mismo cuerpo, no uno mismo. Negarse a hacer un tratamiento es una cosa; otra distinta es causarse la muerte».

Magnante y Ricón coinciden que Brittany tenía todo decidido y que el video del jueves fue «una especie de distracción» y que lo hizo para que pueda cumplir su deseo «en paz». También piensan que ella no era una paciente patológica, sino una persona mayor de edad que en todo momento estuvo lúcida y acompañada.

«En esos casos -dice Rincón- la depresión es un sentimiento pertinente. Esa chica no estaba mal: no quería sufrir. Un especialista debe intervenir cuando el deseo de muerte no es justificado, como cuando alguien cree que la vida no tiene sentido porque perdió el trabajo. El caso de Brittany es un deseo de muerte justificado como el prisionero que esta por ser torturado y decide suicidarse antes de sufrir».

Fuente: Clarín

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